20/05/2018
Auditori de Vila-Seca
(Tarragona) – Orquestra Händel, Lluc Manel Ferré, Rafael Fabregat
Interesante y necesario proyecto pedagógico del
Conservatorio de Vila-Seca para desarrollar el trabajo en equipo de estudiantes
de último grado, con actuación integrada dentro de la temporada de abono del
Auditori de Vila-Seca. Para ello, el conjunto de cámara ofreció un interesante
programa, amoldado a sus recursos, compuesto por obras del barroco y el siglo
XX.
Tras abrir correctamente con la “Obertura de El
Mesías” de Händel, se siguió con una de las escasas obras compuestas por
Vivaldi para laúd, el “Concierto RV 93” para cuerda, bajo continuo y laúd. Durante
la vida de Vivaldi, el instrumento protagonista se acercaba al final de una
larga y distinguida carrera como instrumento solista; su gloria final se logró
en las Suites de Bach y su camarada alemán, Silvius Weiss. Dicha obra, junto
con los “Tríos para violín y laúd en sol menor, RV 63 y C mayor, RV 85” fue
compuesto en Bohemia durante la década de 1730. LLuc Manel Ferré explota los
timbres del instrumento, en este caso la guitarra clásica, bajo una capacidad
de tocar arpegios con efectos tímbricos. Buena conjunción entre las partes, el
cual se abre con un allegro giusto cuyo ritornello contrasta un tema de
apertura melódica con un motivo más lírico en el modo menor. El solista expone
el mismo material, que se resuelve con buena alternancia entre solistas y cuerdas.
El Largo central es resuelto con una meditación reflexiva del solista sobre el
acompañamiento sostenido de violín y el bajo pizzicato, con un cambio
exquisitamente simple de triple a doble, mientras que el Allegro final trae un
retorno a los espíritus elevados del primer tema del movimiento de apertura y
tiene un poco de sensación tipo tarantella con sus ritmos 6/8.
Bajo un cambio radical de
estilo y período se interpreta el "Puigsoliu", bellísimo poema
sinfónico que escribió Joaquim Serra (integrante del Grupo de Barcelona de
la Generación del 27) en 1957, justo tres meses antes de morirse.
Efectista transcripción, sobre la formación original de la cobla. Bajo forma de
sardana transfiere toda una serie de intenciones de retirada a lo grande, con
una partitura de bella textura nacionalista de la cual Serra siempre se
reivindicó como uno de sus grandes maestros.
Pasamos a una de las más bella
piezas para cuerda jamás escritas, el “Adagietto” de la “Sinfonía nº5” de
Gustav Mahler. Invitado el 7 de noviembre
de 1902 a cenar en casa de un amigo, conoció a la "chica más bella de
Viena", Alma Schindler. Ella tenía 22 años y 41, era vivaz y gregaria para
su introvertido y aislado carácter. Para entonces ya tenía como pretendientes a
Max Burckhard, el director del Teatro Imperial, y Gustav Klimt, y actualmente
estaba involucrada con el compositor Alexander von Zemlinsky. Era brillante,
hermosa y joven, y Mahler se enamoró casi instantáneamente de ella. Dentro de
dos meses, estaban comprometidos. En algún momento durante ese tiempo, Mahler
compuso el movimiento que se convertiría en el Adagietto de la Quinta Sinfonía
y lo envió a Alma como una especie de carta de amor musical. En forma simple de
tres partes y ambientada para orquesta de cuerdas y arpa, en este caso
suplantada por el piando de manera eficaz, su melodía de apertura está llena de
anhelo interminable e inefable. Su sección central aumenta en intensidad hasta
su clímax sublime y tranquilo. El regreso de la melodía de apertura se
construye hasta el clímax de la pasión que rompe la tierra y luego se
transforma en una coda larga y persistente de profunda satisfacción. La
interpretación de Fabregat logró en gran manera todo eso, aunque en un tempo un
poco más lento del habitual (a la manera de Leonard Bernstein) y a pesar de la
reducida plantilla, mediante modulaciones y suspensiones, a través de matices
cromáticos y “appoggiaturas”.
La “Suite Saint Paul nº2” para cuerdas de Gustav
Holst fue una elección para terminar el concierto. Escrita para un conjunto
similar al que nos ocupa, Holst fue el director musical de la St. Paul's Girls
'School y pasó buena parte de su vida
musical tratando con estudiantes y otros músicos no profesionales. Partitura
efectista a partir de raíces folclóricas inglesas y escocesas, se abre con una
plantilla ligeramente oscura, basada en una melodía memorablemente rústica. El
segundo movimiento de ostinato presenta una melodía tierna y un acompañamiento
condimentado con pizzicati. Un tema modal apasionado, anunciado por el cuerpo
de cuerdas completo y más tarde tomado por un violín solitario, domina el tercer
movimiento Intermezzo. El entusiasta Finale toma la canción popular "The
Dargason" repitiéndola innumerables veces con variaciones armónicas y
rítmicas, con la famosa canción "Greensleeves" como contramelodía
efectista. Quizás lo mejor de una actuación
generalmente bien contrastada en cuanto a lo compacto del conjunto. Una
formación aún no del todo experimentada, como es lógico, pero de un nivel alto
dentro de su ramo. La excelente acústica de auditorio hizo también mella en el
nivel interpretativo, para bien y para mal.
Luis Suárez
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