Trascendo. Jonathan
Mesonero, violín. Obras de Biber, Bach, Loboda e Ysaÿe. Ibs Classical
152020 · DDD · 60’ · ****S
Nos encontramos ante un proyecto conceptual de cantos nostálgicos
ante la muerte. Verdaderos epitafios poéticos para violín solo, de diferentes
texturas y escenarios. El joven violinista vasco, Jonathan Mesonero, nos ofrece
pues cuatro piezas de bravura, que conjugan de manera genial literatura
sentimental y virtusismo. Empieza por el epílogo de las “Sonatas del Rosario”
de Ignaz von Biber (“The Guardian Angel”), escritas alrededor de 1676. Las
"Fünfzehn Sonaten über die Mysterien des Rosenkranzes" (Quince
Sonatas sobre los Misterios del Rosario) son meditaciones religiosas, que
combinan formas de danza secular con una cuasi improvisación extasiada e
impresionante. La parte de violín está brillantemente interpretada aquí a solo
por Mesonero, empleando el uso sutil de la afinación alternativa conocida como
"scordatura", con resonancias y sonoridades más ricas y timbres
inusuales, repitiendo una simple figura descendente en forma de escala 65
veces, interpretado con un control magistral y una emoción viva. Pasamos al
compositor contemporáneo, el georgiano Igor Loboda, que nos ofrece su “Requiem
para violín solo” compuesto para Lisa Batiashvili, dedicado a las víctimas del
conflicto de Ucrania en 2014. Está basado en la melodía de una canción popular
ucraniana sobre el río Dnieper, señalando sus diferencias estilísticas mientras
crea una continuidad del estado de ánimo que progresa desde la pensatividad de
la obra inicial a un sonido más oscuro y lamentoso. La “Partita nº2 BWV 1004”
de Bach, elegida al concluir con su elegiaca y célebre “Chacona”. Mesonero
transmite un estado de ánimo reflexivo en todo momento, utilizando toques de
rubato casi como un reflejo de su enfoque considerado, y generalmente evita la
ostentación, aunque su interpretación es tan brillante y virtuosa como las
lecturas de muchos otros violinistas en demostración de técnica. La “Sonata
para violín solo, nº2 op.27” del legendario virtuoso Eugene Ysaÿe fue compuesta
a la altura de los poderes técnicos y expresivos del violinista / compositor, y
parecen una amalgama del contrapunto de Bach y el virtuosismo de Paganini. Aquí
la interpretación de Mesonero está imbuida de un desconcertante tono de
referencia y reflexividad al “Dies Irae” que es peculiar, nada sentimental y de
sabor casi moderno, proyectada bajo una nueva luz como obra adelantada a su
tiempo, comunicando un sentido de aislamiento y meditación oscura que hace que
esta pieza sea tan inquietante y atrevida.
Luis Suárez
No hay comentarios:
Publicar un comentario