viernes, 3 de abril de 2020


Sebastián Durón. La Caída de los Gigantes. Orquesta Barroca de Granada y Íliber Ensemble. Solistas. Darío Tamayo, director artístico. Darío Moreno, clave y director.
IBS · 132019 · 75’ · *****RS
“La Caída de los Gigantes” del compositor español, Sebastián Durón, es una ópera barroca. Las representaciones de zarzuelas u óperas españolas de este período son raras, lo que sería motivo suficiente para dar la bienvenida a este lanzamiento en el sello musical granadino (IBS CLASSICAL), que tiene las ventajas adicionales de estar bien cantada, bien presentada y, en general de una calidad de sonido óptima. Entre las varias características de esta grabación, nos encontramos con una orquesta historicista granadina y un grupo especializado, dirigidas ambas impecablemente por Darío Moreno. Otra característica es el grupo de solistas, en su mayor parte cantantes femeninas como: Marta Infante, Eva Juárez, Aurora Peña, Solomía Antonyak, Pilar Alva, Soledad Cardoso, Laura Sabatel y Olalla Alemán, con Luis David Barrios como único varón en el grupo, siguiendo la teoría de la estudiosa Louise Stein de que “tales presentaciones tenían la intención, en parte, de exhibir carne femenina para el público masculino”. Cualesquiera que sean los méritos de esta idea, los artistas actúan y cantan, generalmente animando los textos teatrales del libreto. La determinación de si esto es en última instancia una buena idea espera futuras grabaciones que intenten seguir la senda aquí marcada de colocar la música en su contexto cultural completo, pero lo que está en el disco tiene sentido. Las notas del libreto de Raúl Angulo (en inglés y español) con el texto de la profundizan la apreciación del oyente, mostrando cómo Durón mezcló elementos importados de la ópera italiana con formas de estribillo nativo español. Este álbum marca un hito para la industria de la grabación, ya que ofrece una nueva obra desconocida, con altos niveles de musicalidad general, un intento de llegar más allá de una audiencia de especialistas y un sonido excelente. Muy recomendable.
Luis Suárez


John Dowland. Whose heavenly touch. Mariana Flores, soprano. Hopkinson Smith, laúd.
NAÏVE · E8941 · 57’ · *****RS
Las piezas para laúd y las canciones del laudista y compositor renacentista inglés, John Dowland, se encuentran entre sus obras más célebres, abarcando ideas isabelinas de amor, pérdida y el concepto de moda de la melancolía poética, que se había cultivado durante todo el Renacimiento. Aquí Flores y Smith nos proporcionan una amplia selección de poemas líricos, donde el humor dominante de tristeza reflejado en el lema personal de Dowland, "Semper Dowland, semper dolens" (Siempre Dowland, siempre triste), se explora en canciones tan lastimeras como “Oh dulce bosque”. “Vi a mi señora llorar”. “Ahora”, “O ahora yo”. “Las necesidades deben separarse”, “Ven, un sueño pesado”, y la más famoso de todas, tanto en versión cantada como en laúd solo: “Fluyen mis lágrimas”, una plena expresión al estilizado mal de amor del compositor. Para transmitir el arte de la cepa particular de melancolía de Dowland, la soprano Mariana Flores y el laudista Hopkinson Smith imbuyen sus actuaciones con una intimidad e introspección que los hace sentir como música de cámara de la naturaleza más privada. En su mayor parte, la voz de Flores es pura y no se ve afectada. Smith cumple el papel de acompañante con modestia y sencillez, aunque sus habilidades de solista virtuoso e impecable destacan con sus solos instrumentales, “Mignarda” y “Go crystal tears”. Tal vez se echen en falta alguna pieza más instrumental para redondear la producción. La grabación es cercana y enfocada, con una acústica discreta y un sonido equilibrado.
Luis Suárez

jueves, 2 de abril de 2020


4/02/2019 – 1/04/2020 – Orquesta Sinfónica Camerata Musicalis. Jordi Mora, director. Édgar Martín, presentación. – Franz Joseph Haydn – Sinfonía nº94 “La Sorpresa”
Franz Josef Haydn había servido como Kapellmeister, o compositor de la corte, para el Príncipe Nikolaus I Esterházy durante 28 años cuando el Príncipe murió en 1790. El sucesor de Nikolaus, su hijo Anton, no era un gran fanático de la música y disolvió en gran medida el establecimiento musical de la familia. Haydn se mudó a Viena y rápidamente recibió muchas ofertas de empleo, la más emocionante fue la del violinista-empresario Johann Peter Salomon, quien le ofreció a Haydn una considerable suma de dinero para acudir a Inglaterra y presentar varias composiciones nuevas en una serie de conciertos. Haydn llegó a Inglaterra (su primer viaje fuera de Austria) el 1 de enero de 1791, y la primera de las tres exitosas temporadas de conciertos de Salomon comenzó en marzo. La Sinfonía n.º 94 se estrenó bajo la dirección de Haydn el 23 de marzo de 1792, en medio de la segunda temporada.
El apodo de la sinfonía se deriva del segundo movimiento justamente famoso, que es un conjunto de variaciones en una melodía dulce e ingenua. A medida que la melodía gira, se vuelve más y más silenciosa, muriendo casi hasta el silencio, y luego hay un acorde fuerte y repentino de toda la orquesta. Hay varias teorías sobre por qué Haydn insertó esa "sorpresa" (que en realidad fue una ocurrencia tardía, y no aparece en su manuscrito original). Una cuenta nos dice que Haydn pudo haber dicho: "¡Esto hará que las damas salten!" También puede haber estado pensando en los ancianos caballeros que vio en su audiencia que, arrullados por sus cenas pesadas y demasiadas bebidas, se quedaban dormidos rutinariamente una vez que la música había comenzado. Además, con el éxito abrumador de los conciertos de Salomon/Haydn, comenzó una serie de conciertos rival bajo la dirección del compositor Ignaz Pleyel (uno de los antiguos alumnos de Haydn). En una ocasión, Haydn admitió que incluyó la "sorpresa" para no asustar a la audiencia, sino simplemente para hacer que el trabajo sea memorable frente a su competencia. Cualquiera sea la razón, la "sorpresa" es solo una de las delicias de este movimiento, que presenta una serie de variaciones sobre el tema principal: una tormentosa y dramática, otra dulcemente decorada por los vientos de madera, otra impulsada por trompetas y timbales. La conclusión tranquila y conmovedora del movimiento es más bien una sorpresa en sí misma.
El ingenio, la calidez, el encanto, la profundidad, la musicalidad, la humanidad: estas son las cosas que muchos buscan en un compositor y estas son las cosas que Haydn tenía en abundancia. El Maestro Jordi Mora consigue que bajo su batuta la orquesta actúe con la combinación de golpe y garbo. Los colores, los ritmos, el humor, el personaje de “papá” Haydn es fácilmente convincente y conserva una frescura y vitalidad, como entre las mejores y extensas grabaciones en número de estas obras maestras de genio austriaco.
Luis Suárez

miércoles, 1 de abril de 2020


Noviembre del 2019 – Teatro Nuevo Apolo de Madrid
Félix Mendelssohn – El Sueño de una noche de verano Op. 21 y 61.
Orquesta Camerata Musicalis – Edgar Martín, presentador – director. Coro Infantil de los Colegios Gredos San Diego. Rosa Miranda, soprano. Hevila Cardeña, mezzo. 
La música incidental de Mendelssohn es una de las joyas de todo el canon incidental: la famosa Obertura (una obra maestra donde las haya) fue escrita cuando el compositor tenía 17 años y el resto tuvo que esperar otros 17 años para una representación de la obra de Shakespeare en Potsdam. Está llena de tesoros, incluyendo el Scherzo y el Nocturne, así como el Intermezzo (Hermia buscando a su Lysander), aunque la culminación sea quizá la canción para soprano y coro ‘Ye spotted snakes’. La música es fascinante en sus armonías y texturas, tremendamente evocadora y muy probablemente influyeron sobre Wagner cuando preparaba su Anillo.
Tan bella, como completa, ha sido una interpretación de la música incidental que Mendelssohn compuso para la obra de Shakespeare. Esta actuación vino con todas las fanfarrias, interludios, bailes, canciones (cantadas exquisitamente por Rosa Miranda y Helvia Cardeña), coros, e incluso los melodramas narrativos que a veces se suelen omitir. El tono de la orquesta varía desde lo sublime, sus encantadores acordes de flauta que abren y cierran la música, hasta lo ridículo, el rebuzno de Bottom. Martín hace que su “Sueño” brille desde la obertura a la música incidental, y los resultados son más que satisfactorios y está en un nivel consistentemente alto. Hace que las melodías y las cualidades líricas de esa maravillosa música cobren vida y le infunde un maravilloso sentido teatral de la ocasión. El Coro de niños suena muy bien compactado, y las secciones narrativas están bien moduladas para el proyecto en su conjunto.
Luis Suárez