Nikola Tanaskovic, acordeón. Omnia Ubique. Obras de Fray Tomás de Santa María. Sofia Gubaidulina. Israel López Estelche. Fernando Buide de Real. Antonio de Cabezón.
POLIÉDRICA · DDD · 56’ · *****
Del joven y virtuoso músico serbio, Nikola Tanaskovic, cabe destacar su amor por la música contemporánea y vanguardista, ya que, al ser un instrumento tan reciente, casi toda la música interesante que se ha escrito para él ha sido en la segunda mitad del siglo XX y en el XXI. Asimismo, cabe destacar la música antigua para órgano o harmónium o clave, donde se puede observar que es un repertorio que funciona a la perfección en sus respectivas transcripciones. En esta grabación, se puede notar a un intérprete totalmente entregado en una gran abducción escuchando el gran pulmón del instrumento y cualquiera de sus mínimos quejidos o suspiros, su respiración, las notas llevadas al infinito sacadas del instrumento con gran profesionalidad y pasión. Un acordeonista de categoría que consigue que su instrumento suene de un modo inusualmente cercano a través de un sonido muy caluroso.
El bayan es un acordeón ruso con un timbre distintivo de Europa del Este que la gran compositora Sofia Gubaidulina ha presentado en varias de sus obras. Su escritura idiomática para el instrumento explota su gama cromática y expresiva como instrumento tanto melódico como armónico. El bayan está entregado en las exploración de todas texturas orquestales. Gubaidulina tiene un don para crear colores memorables que sirven como elemento estructural y que le da mucho carácter a su música. Tanaskovic tiene un tono en gran medida contemplativo, pero hacia el final comienza a construir un clímax tremendo. "De Profundis" para bayan es, como sugiere su título, en gran medida una pieza muy tranquila e íntima y, como gran parte de la música de la compositora, su desarrollo es más textural que motívico. Otro ejemplo mostrado aquí es su "Sonata para bayan"; ambas obras, en su estado de ánimo, lenguaje tonal (que no es tradicionalmente tonal pero hace uso de elementos tonales flotantes) y expresividad directa, sitúan a Gubaidulina en la tradición mística de Valentin Silvestrov y Edison Denisov. Tanaskovic vuelve a tocar con un intenso enfoque y atención a la pureza musical. El sonido es limpio, detallado y atmosférico, con una profundidad excelente.
El cántabro Israel López Etelche (1983), se deleita con pequeños motivos que se desarrollan a través de pequeños cambios en la textura o el contenido tonal. Su música es a la vez muy rigurosamente estructurada y bastante sensual en su superficie. Es, además, muy desafiante para el intérprete, que tienen que dominar técnicas extendidas mientras mantienen altos grados de tensión y precisión tonal. El gallego, Fernando Builde de Real (1980), también tiene éxito en todos los aspectos, con resultados asombrosos en los pasajes en los que lleva al acordeón a texturas inusuales. Al final, hay algo casi místico en la disciplina de aa música de Gubaidulina, Cabezón, Fray Tomás de Santa María y nuestros valores conteporáneos y el Tanaskovic la clava.
Luis Suárez
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