Agosto, octubre y
noviembre de 2017
Recital de María
Parra Peñafiel para la Clausura del 5º Bouquet Festival – Claustro del
Seminario de Tarragona – Cripta de Cambrils – Clausura del 1º Vermusic de Reus
La pianista tarraconense utiliza su último disco, “Mouvement”
para cerrar de manera brillante el estos dos festivales y un recital en el
bello recinto de la Ermita de Cambrils, con una fabulosa sonoridad.
Recitales bajo una expresividad apasionada con una agrupación
conceptual de obras maestras del mundo pianístico, conjuntadas bajo la estela
de la ciudad de París. Ahí donde se encontraron los caminos de tres genios,
retroalimentados entre sí, y que su amistad y admiración recíproca diera a un
halo de luz creativa en movimiento que aún perdura en el tiempo del arte
musical.
Para interpretar bien el espíritu compositivo rompedor de
Debussy, se ha de poseer una sensibilidad musical especial. Una manera de
tratar el teclado que pocos/as saben realizar. El Primer Libro de sus
“Imágenes” y tres de sus “Preludios” sin solución de continuidad. Notamos bajos
los ojos cerrados una sensación flotadora en el espacio y el tiempo. Con una
técnica cuidada basada en una fina sensibilidad, unas sutiles pinceladas
impresionistas nos conducen a la imaginación de estar entre el agua y el aire,
rodeando un momento indefinido que solo la gran belleza del trazado sobre el
piano del francés es capaz de ofrecer. El Art Noveau en estado puro, simbiosis
de la impresión subjetiva entre sensación emocional y la música.
La “Danza Oriental” de Granados, retazos de una España que
fue y que en sus entrañas aún algún atisbo de luz aflora. Lirismo sentimental
con aires de añoranza. Una interpretación sutil que hace emanar la belleza ya
admirada por otros compositores contemporáneos de la época.
Don Manuel de Falla, en sus dos obras escritas el mismo año
(1919) y tan alejadas entre sí. “El Sombrero de Tres Picos” y la “Fantasía
Baetica”. Del más puro nacionalismo con aires impresionistas de su ballet archiconocido,
a un estilo más austero y expresionista. Nos encontramos con una obra del todo
radiante de originalidad, de difícil asimilación para el oyente e intérprete (a
la primera), plasmación del arte flamenco, el cante jondo y el toque, rodeada
de complejidad y bravura en ejecución con apuntes del rasgueo y punteado de la
guitarra, disonancias perfectamente incorporadas conjuntamente con armonías
impresionistas.
Epílogo adecuado con tres piezas de su propia autoría,
cerrando el círculo del concepto de unión del recital, el movimiento y París,
la bella cuna de tantas tendencias artísticas, donde se cruzaron, se cruzan… y
así seguirá siendo, bajo el amparo de su fina lluvia, para la eternidad.
Luis Suárez
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