martes, 28 de noviembre de 2017

25/11/2017 – Teatre de Tarragona
Avi Avital con la Orquestra Simfònica Camera Musicae interpretan a Vivaldi
Una vez más el público salió embrujado del sonido emanado de un solista fuera de serie. Avital hizo saltar de los asistentes toda clase de elogios, durante y a la salida del recital. Y es que del profundo hipnotismo que produce ver y escuchar al genial músico israelí, se pasa a la sonrisa generalizada a la salida del auditorio. De una manera muy audaz elude todo prejuicio antes de comenzar; no hay canción de la “Mandolina del Capitán Corelli”, película de calidad floja a la que mucha gente suele relacionar dicho instrumento. Avital redefine astutamente los instrumentos originales, como el violín, con una textura destilada y eficaz llegando a una transformación verdaderamente inquietante. Una sensibilidad en lo tempos lentos hechizante y un virtuosismo fuera de toda duda, con una versatilidad de recursos desbordante en los contrastantes tempos agitados, tocado con delicadeza, energía, virtuosismo con los dedos y un corazón cautivador.
No obstante existen conciertos propios realizados para este instrumento, las dos obras que Vivaldi escribió para este instrumento (sin contar el “Concierto per molti strumenti” RV 558 donde Vivaldi escribe una parte para dos mandolinas), son uno de los más altos ejemplos de la genialidad de este gran compositor italiano. Vivaldi se acerca a la mandolina con extraordinaria inteligencia, logrando entender inmediatamente sus cualidades y sus límites, estudiando con paciencia su sonido metálico y frágil, sus colores agudos y delicados y sus armónicos. Lo que más impresiona es la inteligencia musical del “cura pelirrojo” en controlar los diversos instrumentos y el equilibrio musical entre éstos. Ojalá Avital se hubiera podido transformar en dos para deleitarnos con tan bello “Concierto a dúo” existente.
Otro acierto de la dirección artística es la presencia del eterno veneciano bien dosificado, que sin llegar a saturar un programa excesivamente, como en algunos casos se ha dado, impera lleno de exuberancia, alegría y calor mediterráneo. Influencia para compositores de toda Europa, como J. S. Bach o Johann J. Quantz, es el elemento veneciano más que el romano el que imitan la mayoría de los compositores. Johann Sebastián Bach tomó varios de los conciertos de la op. 3; tres para clave, dos para órgano, y uno para cuatro claves y orquesta, efecto que mantuvo el nombre de Vivaldi vivo hasta su muerte. “L'Estro armonico”, con cuyo “Concierto nº11” RV 565, con el que comienza el recital, constituyó un auténtico “boom” editorial, que dio lugar a toda una cadena de colecciones de conciertos al estilo veneciano. La orquesta le sacó toda su dinámica y estilo agradable de contrastes que posee la composición. Obra musical ingeniosa y de exuberante belleza.
La velada finalizó afrontando una de las obras más frecuentadas de la historia de la música. Viendo las dificultades que tendría, se pasaría a profesor de violín en una escuela de chicas huérfanas, el Pio Ospedalle della Carità, que por proximidad y confianza acabarían siendo las que darían muchas de las premiers de sus obras. Una música de temperamento y belleza en la que el violín aprendido de mano de su padre, sabe destacar de manera solista. Está lleno de florituras (notas rápidas agudas, como si fueran pájaros) y toques dramáticos (que son más graves o intermedias). Lo que más destaca en sus creaciones es que suena como si la naturaleza creciera ante nuestros ojos. Cuatro de estos conciertos, pertenecientes a “Il cimento dell´armonia e dell´invenzione” y reunidos en el Op. 8 (1725) escritos para violín solista, orquesta de cuerdas y clavecín, son los que se conocen con el nombre de “Las cuatro estaciones”. Después de tener en mente incontables versiones de la obra, es incluso arriesgado llevarla a cabo sin enfrentarse a comparaciones. El “Invierno” pasó de nuevo por las manos de Avital suplantando al violín, consiguiendo el efecto de temblar sobre la nieve y el viento, con un sólido caminar sobre el hielo arropado por la seguridad firme de las cuerdas y clave de la orquesta. “El Verano” pasó por el violín de Joel Bardolet, concertino de la orquesta, con una versión personal marcando el ambiente pesado y caluroso, alternando con las voces de las aves. Las frases acentuadas y marcadas firmemente, simulando los truenos y relámpagos de una sólida tempestad que desemboca en un cálido aplauso. Una orquesta que mostró de nuevo su cara más flexible, el efecto acordeón que plasma en su capacidad de  transformación entre épocas y obras de calado más mega-sinfónico a conjuntos de cámara conjuntados con precisión y firmeza. Efecto relajante que sabe apreciar cualquier melómano, destacando las bellezas del arte barroco. 

Luis Suárez

No hay comentarios:

Publicar un comentario