domingo, 11 de julio de 2021


 Berlin im Licht. A Kurt Weill Songbook. Ricardo Panela, barítono. Nuno Vieira de Almeida, piano. Susana Gaspar, soprano. Alberto Sousa, tenor. 

ARTWAY RECORDS 021002 · DDD · 67' · *****

Este CD contiene una colección muy interesante de interpretaciones modernas y antiguas de piezas generalmente conocidas de Kurt Weill. Las piezas se seleccionan cuidadosamente de la amplia selección del abanico del cancionero de Weill, acompañado de un hermoso folleto con información sobre Kurt Weill y las melodías que contiene. De hecho va divido en tres partes: de Berlín a Broadway; de las actualizaciones eclécticas de la música teatral alemana distintiva de Kurt Weill y Brecht, hasta aquellos números melódicos reconocidos de su etapa americana para el cine y el teatro, pasando por su exilio en París, escapando del Régimen Nazi. Así pues nos encontramos con tres idiomas diferentes que Ricardo Panela modula y expresa con gran precisión en este trabajo profundo y complejo, realizado durante los tiempos de pandemia, lo cual le a un mayor valor. 

Hijo de un cantor, Kurt Weill nació en Dessau en una familia que tomaba representaciones de ópera como principal forma de entretenimiento. Cuando Weill era un adolescente, el director del Dessau Hoftheater, Albert Bing, lo animó en el estudio de la música. Weill estudió composición brevemente con Engelbert Humperdinck y ya trabajaba profesionalmente como director cuando asistió a las clases magistrales del compositor Ferruccio Busoni en Berlín. Encantado de ver las respuestas positivas de la audiencia a su primera colaboración con el dramaturgo Georg Kaiser, "Der Protagonist" (1926), a partir de entonces decidió trabajar hacia la accesibilidad en su música. En 1926 Weill se casó con la actriz Lotte Lenya, cuya voz aguda y temblorosa llamó "la que escucho en mi cabeza cuando escribo mis canciones". En 1927 Weill inició su colaboración con el dramaturgo y poeta izquierdista Bertolt Brecht; su primera empresa conjunta, "Mahagonny-Songspiel" (1927), lanzó el número "Alabama Song", que, para su sorpresa, se convirtió en un éxito pop menor en Europa. El siguiente espectáculo, "Die Dreigroschenoper" ("La Ópera de los Tres Peniques, 1928) fue un éxito monstruoso, en particular la canción "Moritat" (Mack the Knife). No obstante, la tensión en su asociación ya se estaba sintiendo, y después de la finalización de su magnífica ópera escolar "Der Jasager" (1930), los dos se separaron. Brecht y Weill se reunieron una vez más en París para crear "Die Sieben Todsünden" (Los siete pecados capitales) (1934). Mientras tanto, Weill colaboró ​​con Caspar Neher en óperas que atrajeron la atención hostil del entonces emergente partido nazi. Con el ascenso al poder de Hitler, Weill y Lenya se vieron obligados a disolver su unión y huir de la Europa continental. Weill encontró su camino a Nueva York en 1935; Al reunirse con Lenya, Weill se convirtió en ciudadano esatdounidense. Después de una serie de frustrantes fracasos, Weill dio un paso adelante con el dramaturgo Maxwell Anderson, produciendo su primer éxito, "Knickerbocker Holiday" (1938). En la docena de años que le quedaban, la estatura de Weill en Broadway creció con una serie de programas exitosos, como "La dama en la oscuridad" (1941), "Un toque de Venus" (1943), "Vida amorosa" (1948) y "Perdidos en las estrellas" (1949). ). El 3 de abril de 1950, Weill sufrió inesperadamente una coronaria masiva y murió en los brazos de Lenya. La herencia de Weill estaba valorada en menos de 1.000 dólares, y Lenya se dio cuenta de que su contribución al teatro musical también estaba infravalorada. Encargó al compositor Marc Blitzstein la adaptación de una versión en inglés de Die Dreigroschenoper; abrió fuera de Broadway en 1954 y funcionó durante tres años, dando inicio a un resurgimiento de Weill que continúa.

Aquí tenemos una grabación perfecta de una selección amplia de sus meldías, con la interesante musicalización de cuantro poemas del míitico Walt Whitman como complemento. El sonido del tándem Panela - Vieira, con la contribucción en dos de los número de Sousa y Gaspar, es fantástico, la claridad en la la pronunciación idiomática hace realmente que también el piano brille, y su voz tiene fuerza y ​​está maravillosamente hecha. Las canciones de este programa crean una atmósfera que inconfundible tan convincente como se podría imaginar de un hombre que se consideró igual a sus conteporáneos americanos y se ganó la reputación de mezclar ópera clásica, música folclórica y jazz disonante. Lo que más impresiona con tanta fuerza fue que la música de Weill nunca encajó en lo que nadie confundiría con un musical, una ópera o simple pop, sino que los fusionó a todos en un intento de tender un puente entre el arte y la política que lo rodeaba en ese momento. La música de Weill fue la banda sonora del auge del nazismo en Europa y sus inquietantes partituras son aún más inquietantes en retrospectiva.

Luis Suárez

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