Ravel, Kodály, Bartók, Xenakis, Vask. Marc
Parquin, violin. Orfilia Saiz Vega, violonchelo. IBS CLASSICAL · 92020 · 73’ · ****
Este lanzamiento del dúo compuesto por el lutier y
violonista, Marc Parquin y la violonchelista, Orfilia Saiz Vega se beneficia de
incluir obras que se hablan entre sí, todas compuestas entre el siglo XX y XXI,
y que reflejan de una forma u otra la ansiedad generalizada de cada época. Más
allá de eso, todas las obras del álbum reflejan algo específico de la música de
cámara: la imposición de un cierto rigor clásico a la disposición natural del
compositor. El conjunto se abre con una enérgica y positiva obra de un joven
Xenakis que deja un gran sabor de boca. La subestimada “Sonata para violín y
violonchelo de Ravel, es una obras oscura y volubles que parece esforzarse
contra los límites del violín y el cello y se expande en lenguaje distintivo de
Ravel desde una base clásica y la interpretación se establece rápidamente como
un dúo repleto de brillantez técnica y profundidad musical. Ejecutado precisión
e introspección, pero sin problemas de equilibrio de fusión, todo, desde el timbre, el vibrato y
la articulación, combinado de manera brillante. Aunque su enfoque cambió de
obras de cámara más íntimas al principio de su carrera a composiciones más
ambiciosas y de gran escala más adelante en la vida, la influencia del idioma
popular húngaro fue omnipresente en la escritura de Zoltán Kodály. La lectura
del “Dúo Op.7” ofrece a los oyentes una lectura profundamente satisfactoria de
esta poderosa composición. Su técnica es precisa y sin esfuerzo, lo que permite
a los oyentes centrarse en los muchos aspectos musicales destacados de la
sonata en lugar de en sus virtuosas exigencias. Desde los agudos
estratosféricos hasta el rango de graves extendido de su afinación, produciendo
un sonido uniforme, potente y penetrante que exige y mantiene la atención. En
la más que interesante obra del letón Pateris Vasks, “Castillo Interior”
(2012), basado en el mundo interior de Santa Teresa de Jesús, el sonido se
combina bien, y los dos combinan entonación, articulación y fraseo con
precisión. Las archiconocidas “Danza Rumanas” de Bartók se basan de lleno en los
atractivos elementos folclóricos, en una trascripción de manera brillante, como
exige la partitura. Más allá de la inmersión que proviene de escuchar todas estas
obras juntas, las interpretaciones de las obras son excelentes, con un conjunto
fino y preciso y líneas largas que son la esencia del lirismo y la rítmica. Muy
recomendado para aficionados a la música de cámara, ya que, injustamente,
ninguna de las obras se interpreta con frecuencia, salvo Bartók.
Luis Suárez
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