lunes, 2 de abril de 2018

Viktor Ullman – “Der Kaiser Von Atlantis” op.49 – Facundo Agudin, Musique des Lumières
Ibs Classics - 31018
¿Qué tipo de música puede escribir un artista en un ambiente totalmente disfuncional y abusivo, donde la esperanza da paso a la resignación y se aguanta la vida, y la muerte parece ser inevitable, pero viene lentamente?
Viktor Ullmann ha aparecido principalmente en colecciones de composiciones del campo de concentración "modelo" de los nazis en Terezin (Theresienstadt), donde a los judíos se les permitieron algunas formas de expresión artística y donde escribió las últimas tres de las siete sonatas para piano por él escritas, que recomiendo escuchar también, además de la obra citada aquí.
Esta ópera en un acto es uno de los lanzamientos discográficos que merece ser escuchada ampliamente. Posee una química poderosa, tanto en texto como en música, y también influye saber dónde y como se consumó su composición en 1943. Realizada con recursos humanos y materiales mermados, como es lógico dadas las consecuencias, suena bastante lírica. El canto y la orquestación de los 13 instrumentos están bien estructurados y bien poco se nota ello en su estructura general. Resulta ser una de las obras más aterradoras y conmovedoras en la historia de la forma. Que la música y texto hayan sobrevivido es algo así como un milagro, ya que el propio Ullmann fue llevado a Auschwitz al año siguiente y lo gasearon. Aunque solo tiene una duración de alrededor de cincuenta minutos, la música tiene un impacto excelente y esta actuación valiente no da golpes en falso. La plantilla de protagonistas en el relato es la adecuada para cualquier tipo de óperas de cámara. La historia es una alegoría: el Emperador (una parodia apenas disfrazada de Hitler) decide librar una guerra total y ofende a la Muerte al parecer por hacerse cargo de su trabajo, hasta que ella se declara en huelga y la gente en todas partes deja de morir. La Muerte solo acepta volver al trabajo cuando el Emperador se permite ser la primera víctima. Arlequín, que representa la vida, es viejo y cansado. Él quiere que la Muerte lo lleve, pero la Muerte le dice que la risa es eterna. La Muerte misma se siente débil. Él recuerda su antigua gloria. Los otros personajes son un soldado, una actriz y una mujer joven con el corte de pelo de un niño. Muy importante es Loudspeaker, que sirve como narrador ocasional y hombre de respuesta para el Emperador. La interpretación de la obra está bien estructurada teniendo en cuenta la diversidad del lenguaje, soldada por la forma estrictamente clásica y mostrando a su vez la influencia de la atonalidad de Bartók y Schoenberg, asimismo fusionando estilos populares eslavos con referencias jazzísticas bajo influencia de la ópera reformada por Kurt Weill y Bertolt Brecht.
Creo que esta ópera, así como la anterior del mismo autor “Der zerbrochene Krug op.36”, debe ser más escuchada y puesta en escena, ya que sirve como un recuerdo vivo a los que murieron, judíos, eslavos, rumanos, retrasados mentales, presos políticos y homosexuales y otros en estos lugares atroces. Esta grabación sirve bien para este propósito ya que la música es una maravillosa forma de comunicación. El álbum refleja fielmente los tiempos terribles en que se originó la música.


Luis Suárez

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