Orquestra Simfònica
Camera Musicae – Sara Blanch, soprano – Edmon Colomer
20/22/24 – abril de
2018 – Teatre de Tarragona – Palau de la Música de Barcelona – Teatre Fortuny
de Reus
Interesante programa basado en la primera parte por la obra
lírica de Mozart. Arias y oberturas intercaladas de una forma efectista y
equilibrada. Para mucha gente habrán sido un completo descubrimiento las arias
de conciertos de Mozart, que no son genéricamente independientes de sus óperas,
aunque vayan editadas de forma aislada. En su mayoría fueron escritas para su
inserción en óperas por una cantante, a menudo la novia de Mozart y su cuñada
Aloysia Weber, quienes querían mostrar sus talentos para su mejor provecho.
Como tal, sin embargo, se destacan de otras arias operísticas como algunas de
las piezas vocales más difíciles compuestas por Mozart. Varias de estas piezas
se encuentran en el territorio de la “Reina de la Noche” (incluida como la joya
del programa), con notas altas no individuales pero largos pasajes que
requieren que la cantante sea melódica en la parte superior de su rango. Esta actuación
de la joven soprano tarraconina, Sara Blanch se ha visto enriquecida por una pura
agilidad en el registro superior y hace música de verdad con una visión
dramática que repercute en el oyente por el placer de escuchar una voz
entrenada para entrar en un territorio donde solo unas pocas pueden (y se
atreven) ir. La Orquesta bajo una ágil y eficaz dirección de Colomer se
mantiene en un perfecto apoyo a Blanch, que es exactamente el lugar adecuado
para ello.
La “Segunda Sinfonía” de Beethoven ha sido interpretada como
lo que es, una obra relajada en su mayor parte, similar a la Cuarta y Sexta, y
el último escalón de la etapa clásica del genio de Bonn. El término “Scherzo”
apareció sinfónicamente por primera vez, aunque conservaba una forma de canción
y trío. Ahora nos parecerá una obra simple e incluso “haydeniana”, si la
comparamos con su siguiente “Heróica”, pero siempre se debe tener en cuenta
para la posteridad como una pieza nueva y puntiaguda, aunque sea enclavada
ahora entre las piezas fáciles de escuchar. A destacar el trabajo boyante de
Colomer al frente de la orquesta, con agilidad y fuerza expresiva. Después de
mas de tres décadas sin haberle en directo, la experiencia ha sido muy
positiva. Los años no parecen haber pasado por él, más allá de lo físico, y
sigue transmitiendo la misma energía de entonces. Realmente todo un placer.
Luis Suárez
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