11/03/2018
Homenaje a Antoni Ros
Marbà – Palau de la Música de Barcelona – Orquestra Simfónica Camera Musicae – A.
R. Ros Marbà, director.
Emotivo homenaje merecido al octogenario maestro barcelonés.
Uno de esos nombres, afortunadamente habituales en el panorama musical, con una
larga trayectoria exitosa a sus pies y que ya no tiene nada que demostrar a
nadie. Un artista de la cabeza a los pies, admirado y querido por muchos/as y
que sigue evidenciando una agilidad mental y física en sus proyectos que ya
quisieran muchos a su edad.
Para ello el propio maestro eligió a dos autores alemanes
contemporáneos, Wagner y Brahms y unas obras cruciales de su carrera creativa,
“Los Maestros Cantores de Nuremberg” y la “Sinfónía nº1”, respectivamente.
Una inusual “Suite”, arreglada por el músico holandés Wouter
Hutschenruyter (1859/ 1943), de números instrumentales de la ópera jovial
wagneriana, se compuso del “Preludio a acto III” con una lectura destacada del
mismo sacando su carácter bastante bello y espontáneamente alegre y conmovedor
que entrelaza sutilmente motivos argumentales. Sin solución de continuidad el
“Vals de los aprendices” con la magia del contraste expresivo, dando la
sensación de que bajo la batuta del maestro la música estuviera a punto de
transformarse en un vals tradiconal vienés. La famosa y pegadiza “Marcha”,
leitmotiv central de toda la ópera, logra cerrar en un perfecto círculo
geométrico el tono establecido tono alegre y jovial de esta actuación
Su interpretación de la “Sinfonía nº1” comienza bien con
timbales que apoyan los bajos en el tema de apertura, haciendo una declaración
clara sobre el mensaje serio por venir. Una compacta lectura como luz y sombra,
con ligeras sutilezas, interpretando las repeticiones de manera diferente,
decir algo diferente con la misma música cuando se adentran en las
reestructuraciones temáticas a lo largo del primer tiempo dramático de una
manera eficaz y uniforme. En el bello segundo movimiento, surge la maravillosa
interacción del clarinete. Los solos y el dúo de violín y trompa son de una
expresividad destacable. Brillante contraste es lo que sucede al comienzo del
tercer movimiento, donde Ros Marbà conduce a la orquesta con una lectura
inspirada en una perfecta cohesión grupal, cuando la inspirada página de Brahms
abduce a los presentes en un dulce intermezzo intencionado lleno de ritmos
complejos y texturas entrelazadas. El dramático movimiento de cierre comienza
con certeros adornos de las cuerdas, con el siguiente pizzicato y en un
contraste acorde con las velocidades diferenciales en el movimiento de
apertura. El desarrollo trágico que sigue tiene todas las huellas dactilares
del trabajo brahmsiano en la sinfonía. La trama arquitectónica psicológica
monumental en toda su pureza melódica y de la forma, colma toda su emoción en
este último tramo. La sublime melodía inolvidable de este tiempo es capturada
perfectamente por la orquesta como una de las culminaciones más efectistas de
la historia musical. Con una dirección bien marcada, sin aceleraciones
imprevistas, esta obra nos deja con un desarrollo melódico grandiosamente
escalado, triunfal sí pero serenamente equilibrado y completamente brahmsiano.
Ni público, ni director, ni ejecutantes necesitaban ningún
descanso. La culminación del acto, después de las prolongadas ovaciones
merecidas hacia el maestro, desembocó en “La Filla del Maxant” del violinista y
compositor catalán Eduard Todrá. Toda una ilustración musical para cuerda de
rauda belleza es el “Interludio”. Una forma clásica en carácter de reverie que
desemboco en estado de relajante armonía.
Luis Suárez
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