martes, 13 de marzo de 2018


11/03/2018
Homenaje a Antoni Ros Marbà – Palau de la Música de Barcelona – Orquestra Simfónica Camera Musicae – A. R. Ros Marbà, director.
Emotivo homenaje merecido al octogenario maestro barcelonés. Uno de esos nombres, afortunadamente habituales en el panorama musical, con una larga trayectoria exitosa a sus pies y que ya no tiene nada que demostrar a nadie. Un artista de la cabeza a los pies, admirado y querido por muchos/as y que sigue evidenciando una agilidad mental y física en sus proyectos que ya quisieran muchos a su edad. 
Para ello el propio maestro eligió a dos autores alemanes contemporáneos, Wagner y Brahms y unas obras cruciales de su carrera creativa, “Los Maestros Cantores de Nuremberg” y la “Sinfónía nº1”, respectivamente.
Una inusual “Suite”, arreglada por el músico holandés Wouter Hutschenruyter (1859/ 1943), de números instrumentales de la ópera jovial wagneriana, se compuso del “Preludio a acto III” con una lectura destacada del mismo sacando su carácter bastante bello y espontáneamente alegre y conmovedor que entrelaza sutilmente motivos argumentales. Sin solución de continuidad el “Vals de los aprendices” con la magia del contraste expresivo, dando la sensación de que bajo la batuta del maestro la música estuviera a punto de transformarse en un vals tradiconal vienés. La famosa y pegadiza “Marcha”, leitmotiv central de toda la ópera, logra cerrar en un perfecto círculo geométrico el tono establecido tono alegre y jovial de esta actuación
Su interpretación de la “Sinfonía nº1” comienza bien con timbales que apoyan los bajos en el tema de apertura, haciendo una declaración clara sobre el mensaje serio por venir. Una compacta lectura como luz y sombra, con ligeras sutilezas, interpretando las repeticiones de manera diferente, decir algo diferente con la misma música cuando se adentran en las reestructuraciones temáticas a lo largo del primer tiempo dramático de una manera eficaz y uniforme. En el bello segundo movimiento, surge la maravillosa interacción del clarinete. Los solos y el dúo de violín y trompa son de una expresividad destacable. Brillante contraste es lo que sucede al comienzo del tercer movimiento, donde Ros Marbà conduce a la orquesta con una lectura inspirada en una perfecta cohesión grupal, cuando la inspirada página de Brahms abduce a los presentes en un dulce intermezzo intencionado lleno de ritmos complejos y texturas entrelazadas. El dramático movimiento de cierre comienza con certeros adornos de las cuerdas, con el siguiente pizzicato y en un contraste acorde con las velocidades diferenciales en el movimiento de apertura. El desarrollo trágico que sigue tiene todas las huellas dactilares del trabajo brahmsiano en la sinfonía. La trama arquitectónica psicológica monumental en toda su pureza melódica y de la forma, colma toda su emoción en este último tramo. La sublime melodía inolvidable de este tiempo es capturada perfectamente por la orquesta como una de las culminaciones más efectistas de la historia musical. Con una dirección bien marcada, sin aceleraciones imprevistas, esta obra nos deja con un desarrollo melódico grandiosamente escalado, triunfal sí pero serenamente equilibrado y completamente brahmsiano.
Ni público, ni director, ni ejecutantes necesitaban ningún descanso. La culminación del acto, después de las prolongadas ovaciones merecidas hacia el maestro, desembocó en “La Filla del Maxant” del violinista y compositor catalán Eduard Todrá. Toda una ilustración musical para cuerda de rauda belleza es el “Interludio”. Una forma clásica en carácter de reverie que desemboco en estado de relajante armonía.
Luis Suárez

No hay comentarios:

Publicar un comentario