domingo, 14 de octubre de 2018


13/10/2018
Orquestra Simfònica Camera Musicae – Alexander Melnikov – Tomàs Grau
Brillante comienzo de temporada sinfónica de la OCM en le Teatre de Tarragona, con un programa conceptual bien trazada, basado en dos obras maestras de la historia del arte musical y enlazadas entre sí, tanto por ambos compositores rusos como por la ser obras redentoras post-tragedia.
Liberado del fracaso injusto de su Sinfonía nº1 y su posterior depresión con la que suelen estar acoplada esta obra (el “Concierto nº2 de, op.18” de S. Rachmaninov), su recuperación emocional se ve inspirada por esta hermosa obra repleta demandas técnicas y la palpable melancolía de su tono habitual, con relucientes armonías y texturas brillantes. Solo los mejores pianistas logran captar toda su esencia dramática y redentora y el pianista ruso Alexander Melnikov no solo sobrevive a la complejidad de virtuosismo y expresividad, sino que gana por entero la batalla. Con una técnica trascendental y un temperamento ardiente, el pianista ruso conquista la súper virtuosa escritura de Rachmaninov con garbo. La fuerza de sus sonoridades y la flexibilidad de sus frases reflejan la intrepidez incluso en los pasajes más difíciles. Recupera los poemas que respiran aire melancólico y exudan desesperación con una firmeza inquebrantable que sigue atenta tanto a las necesidades de la obra como la dirección de Grau, con una intensidad emocional que pone de manifiesto la disipación de la tragedia hacia el triunfalismo final de la obra. Los pasajes del hermosísimo movimiento lento son ejecutados con un total control sobre la emoción pura y el sentido de movimiento profundamente lírico.
Victor Hartmann, un pintor y arquitecto ruso, fue uno de los amigos íntimos de Mussorgsky. Cuando Hartmann murió en San Petersburgo en 1873 a la edad de 41 años, el compositor entró en profunda tristeza. En enero de 1874, la Academia Rusa de las Artes organizó una exposición de la obra de Hartmann. Mussorgsky asistió a la exposición, donde vio las variadas imágenes que se convirtieron en la base de “Cuadros de una Exposición”. El 2 de junio, Mussorgsky comenzó a trabajar en una impresión musical de diez de las pinturas de Hartmann (más cinco "paseos") para piano, y terminó la obra ese mismo mes. Uno de los más grandes orquestadores del siglo XX fue Maurice Ravel, y su manejo sutil de los colores de tonos evocadores y las texturas orquestales atmosféricas influyó ampliamente en los compositores de conciertos y música de cine. Los más notables han sido los colores picantes de los vientos madera, y la delicada puntuación de Ravel para ellos en las imágenes de Mussorgsky en una exposición que revela estas cualidades únicas en su puntuación transparente, así como los sonidos temperamentales de los instrumentos de viento metal. Grau logra sacar, a lo largo de la obra una paleta de colores tímbricos matizada y colorida. La actuación en sí ha sido, en su conjunto, de alta calidad y exigencia para el público entendido, así como agradable y didáctica para el público general. Más si cabe destacar la charla explicativa habitual en los momentos antes del concierto. El liderazgo de Grau en Mussorgsky es enérgico y animado y el esfuerzo de la orquesta en su conjunto, en nivel alto, así diera lugar en el público entregado.
Luis Suárez

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