13/10/2018
Orquestra Simfònica
Camera Musicae – Alexander Melnikov – Tomàs Grau
Brillante comienzo de temporada sinfónica de la OCM en le
Teatre de Tarragona, con un programa conceptual bien trazada, basado en dos
obras maestras de la historia del arte musical y enlazadas entre sí, tanto por ambos
compositores rusos como por la ser obras redentoras post-tragedia.
Liberado del fracaso injusto de su Sinfonía nº1 y su posterior
depresión con la que suelen estar acoplada esta obra (el “Concierto nº2 de,
op.18” de S. Rachmaninov), su recuperación emocional se ve inspirada por esta
hermosa obra repleta demandas técnicas y la palpable melancolía de su tono habitual,
con relucientes armonías y texturas brillantes. Solo los mejores pianistas logran
captar toda su esencia dramática y redentora y el pianista ruso Alexander
Melnikov no solo sobrevive a la complejidad de virtuosismo y expresividad, sino
que gana por entero la batalla. Con una técnica trascendental y un temperamento
ardiente, el pianista ruso conquista la súper virtuosa escritura de Rachmaninov
con garbo. La fuerza de sus sonoridades y la flexibilidad de sus frases
reflejan la intrepidez incluso en los pasajes más difíciles. Recupera los poemas
que respiran aire melancólico y exudan desesperación con una firmeza
inquebrantable que sigue atenta tanto a las necesidades de la obra como la
dirección de Grau, con una intensidad emocional que pone de manifiesto la
disipación de la tragedia hacia el triunfalismo final de la obra. Los pasajes del
hermosísimo movimiento lento son ejecutados con un total control sobre la
emoción pura y el sentido de movimiento profundamente lírico.
Victor Hartmann, un pintor y arquitecto ruso, fue uno de los
amigos íntimos de Mussorgsky. Cuando Hartmann murió en San Petersburgo en 1873
a la edad de 41 años, el compositor entró en profunda tristeza. En enero de
1874, la Academia Rusa de las Artes organizó una exposición de la obra de
Hartmann. Mussorgsky asistió a la exposición, donde vio las variadas imágenes
que se convirtieron en la base de “Cuadros de una Exposición”. El 2 de junio,
Mussorgsky comenzó a trabajar en una impresión musical de diez de las pinturas
de Hartmann (más cinco "paseos") para piano, y terminó la obra ese
mismo mes. Uno de los más grandes orquestadores del siglo XX fue Maurice Ravel,
y su manejo sutil de los colores de tonos evocadores y las texturas orquestales
atmosféricas influyó ampliamente en los compositores de conciertos y música de
cine. Los más notables han sido los colores picantes de los vientos madera, y
la delicada puntuación de Ravel para ellos en las imágenes de Mussorgsky en una
exposición que revela estas cualidades únicas en su puntuación transparente,
así como los sonidos temperamentales de los instrumentos de viento metal. Grau logra
sacar, a lo largo de la obra una paleta de colores tímbricos matizada y
colorida. La actuación en sí ha sido, en su conjunto, de alta calidad y exigencia
para el público entendido, así como agradable y didáctica para el público general.
Más si cabe destacar la charla explicativa habitual en los momentos antes del
concierto. El liderazgo de Grau en Mussorgsky es enérgico y animado y el
esfuerzo de la orquesta en su conjunto, en nivel alto, así diera lugar en el
público entregado.
Luis Suárez
No hay comentarios:
Publicar un comentario