18/12/2020 – Auditori Josep Carreras, Vila-Seca (Tarragona). Gerhard Quartet. Obras de Samuel Barber, Marian Márquez y Ludwig Van Beethoven.
En el marco del 'Cicle Joan Guinjoan de músiques del nostre
temps'. La joven compositora tarraconense, Marian Márquez abrió el concierto
para explicar su obra en un diálogo con el también compositor Ramon Humet.
Escrito en tres movimientos, “La mirada eterna” es un cuarteto sobre el viaje
de Ícaro y el eterno laberinto del deseo. El Quartet Gerhard, formación
residente del Auditorio Josep Carreras, y a quien va dedicada la obra, fue el conjunto
que estrenó la obra a nivel mundial. Una pieza corta de apenas quince minutos
con los tempos ligados, sin solución de continuidad. Unos pasajes más
aventureros sobre sonoridades de cuerdas y efectos extendidos, donde algunos
oyentes estaban completamente preparados para el contaste disonante y las
texturas ásperas, sin aventuras extremas de vanguardia, si con expresiones
introspectivas y de búsqueda de sonido. Una obra reflexiva realizada durante el
confinamiento, perfectamente ejecutado por nuestros intérpretes que son expertos
en tocar tanto música convencional, tonal como música atonal más experimental,
y sus interpretaciones son absolutamente convincentes y hermosas., como se da
el caso.
El “Adagio” del “Cuarteto de Barber” es música neorromántica
de gran hermosura y expresividad sentimental. Aquí no se optó por una
acentuación efectista, tantas veces vista y escuchada en la multitud de
versiones, originales y de transcripciones de la pieza. Un buen homenaje a las
víctimas del Covid-19.
El estilo del grupo, no obstante se ajusta perfectamente al
tercer cuarteto "Razumovsky" de Beethoven, op.59,nº3. Esta obra,
producto puro del Beethoven del período medio, destila el tumulto emocional de
esta etapa compositiva hasta estructuras compactas y gestos contrapuntísticos,
con material fugitivo presente en el tempo finale y con un peso tremendo de
afirmación emocional. Aquí el Gerhard Quartet alcanza una intensidad que a
veces parece casi desbordarse, donde el grupo empuja el tempo hacia los límites
superiores y agrega fuertes acentos y ataques en todo momento. Es un viaje
salvaje, acompañado de movimientos lentos y rápidos y scherzos psicológicamente
nerviosos, logrando “sin esfuerzo” el equilibrio adecuado entre la prudencia y
el coraje, y sus actuaciones impulsivas e impetuosas capturan la fusión de fuerza
y sensibilidad de la obra.
Emotivo fue el final de propinas, con dos pequeñas piezas
compuestas por jóvenes estudiantes del Conservatorio de Vila-Seca.
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