ISABEL DOMBRIZ. “DANTE”. Obras de Liszt, Ravel, Debussy, Pedro Mariné y Miguel Bustamante.
Ibs Classical 42017 · 65' · DDD
IBS Classical * * * * * SR
Como hermosamente cautivadora podríamos denominar esta producción discográfica de una talentosa Isabel Dombriz. Partiendo de la figura toscana de Dante y a través de su poemario, nos vemos seducidos por una selección de piezas en él basadas. Liszt ocupa el trono entre los escogidos, emblema del puro romanticismo, además acompañado por otros maestros del piano como Ravel, Debussy, Pedro Mariné y Miguel Bustamante que conocen a la perfección el piano y saben sacarle partido a todas sus expresiones tímbricas.
Todo comienza con “Una Barca sobre el Océano”, del ciclo “Miroirs”, un óleo apoyado en "reflexiones" sobre destellos aislados de la realidad. Dombriz nos evoca la soledad sobre una célula motivadora de una medida altamente evocadora que presenta un suave gesto de octava nota en la mano derecha contra arpegios apresurados en la izquierda. En sus manos la textura brilla positivamente.
Se adentra Franz Liszt en el programa con “El Valle de Obermann”, perteneciente a su obra culmen “Años de Peregrinaje”. Sexta pieza en el primer volumen: “Suiza”, la inspiración para la pieza es la novela de 1804 “Obermann”, de “Etiene Jeane Senancour”, que habla del desafortunado personaje del título, cuyas desgracias lo llevan a buscar consuelo en una zona rural de Suiza. Es la pieza más profunda y conmovedora del programa. Dombriz nos expone con suma delicadez una música cuyo contorno, en su mayoría descendente y de manera apática, pintan una sombría desolación. Durante sus tres secciones los versos desilusionados de la primera mejoran solo marginalmente en la siguiente, interpretada con pasión y anhelo en su hermoso tema. La sección final, sin embargo, trae un estado de ánimo algo más brillante y una sensación de triunfo. Pero el triunfo se mezcla con el dolor y la lucha, al final, en gran medida, se presenta como de naturaleza filosófica para el personaje de Obermann. Dombriz se apoya en una interpretación sólida e irreprochable con energía y belleza en todas partes.
Como intermedio se nos ofrece una virtuosa pieza de Pedro Mariné, “Algarabías”, rompiendo el hielo ante la agitación tumultuosa en caídas de acordes en forma de lluvia incesante de logros tímbricos.
La obra que va título a la grabación es la célebre “Dante Sonata, Después de una lectura de la vida de Dante” de Liszt. Figura, cuya existencia también proporcionó la inspiración para la “Sinfonía "Dante" (1855/56) y en parte al poema de Victor Hugo del cual Liszt obtuvo su título. Incluida como la última pieza en el segundo volumen de “Años de Peregrinación” (1837/49), en realidad es más fantasía que sonata. Una parte de la música interpretada por Dombriz se desarrolla en un torbellino de confusión y violencia, pasando a una atmósfera efectivamente expresiva, con momentos de gran belleza trascendental (por ejemplo, "escenas de amor" que retratan el desafortunado romance de Paolo y Francesca) para volver a la situación inicial y derivar en una conclusión grandilocuente. El desafío técnico evidente es solventado de manera eficiente con vastas reservas de destreza de intriga y resistencia muscular en bruto de cualquier pianista que espera emerger, como lo hace un Dante al final de Inferno, ileso. Suena ingeniosamente eficaz en ejecución y abrumadoramente evocadora en los momentos de calma.
Miguel Bustamante nos ofrece un retrato del diablo mediante la eficaz forma del scherzo. Brillante y juguetona pieza mostrando el lado más pícaro y desenfadado de nuestro personaje.
Una técnica especial es utilizada para representar las impresiones sobre la superficie del agua de Debussy. Dombriz abre pieza se sutilmente con los acordes que se elevan en el registro superiores emulando suaves salpicaduras.
El disco conceptual finaliza con “Funerales” de Liszt, la pieza más famosa del conjunto de catorce números: “Harmonies poétiques et religieuses”. Lo escribió como un lamento por los tres patriotas asesinados en la Revolución húngara de 1848/49. Pieza evocadora en increíbles fanfarrias y apoyándose en poderosas armonías en conflicto, en situación dramática, hay dos clímax enormes que también requieren poderosas octavas de la mano izquierda. El sentimentalismo y el espectáculo crónico de Liszt no impiden que alcance las dimensiones espirituales más profundas con las emociones oscuras y la austeridad de su período final. La religiosidad se compensa con tres reflexiones poéticas sobre el dolor y la muerte. Bajo una interpretación moderada, Dombriz minimiza los excesos de Liszt en cierta medida y sus sutilezas se refuerzan sólidamente con resultados al buen gusto y, a menudo, más intrigantes de lo que permitiría una lectura más llamativa.
En definitiva, nos encontramos ante un sobresaliente trabajo de virtuosismo y sutileza mezclados en partes simétricas, apoyándose en una técnica asombrosa y firme y a la vez una sensibilidad especial y transparente en los pianísimos, encauzando una bella narrativa poética como bien requieren los compositores escogidos. Dejen de lado, por un tiempo a Jorge Bolet, Leslie Howard, Pascal Rogé o Jeno Jando, entre otros, y sumérjanse en esta enorme pianista. Se quedarán hipnotizados como por el Diabulus se tratase.
Luis Suárez
Críticas musicales, grabaciones, libros y eventos. Fomento de la cultura como base para el desarrollo de la ciudadanía
sábado, 27 de abril de 2019
domingo, 14 de abril de 2019
Reyes Monforte
"Una Pasión Rusa" (2015)
Expléndida novela cargada de historia, amor obsesivo a
quemarropa pase lo que pase, y música de alto nivel. Es el todo que conforma la
narración de un libro que viene cargado de polémica asimismo con los herederos
del compositor, director y gran pianista ruso. La autora tendría que haber
puesto en el apéndice toda la documentación de la que se ha servido.
Lina Codina se enamora de Prokófiev a los veinte años y
desde entonces, él se convierte en el centro absoluto de su existencia. Junto a
su éxito viaja y reside en distintos puntos del globo terráqueo, haciendo que
el lector, disfrute de una clase de historia pura y dura: Nueva York, los locos
años del glamur parisino y la Unión Soviética. No sólo por lo que sucede en
cada uno de esos lugares, sino por las personalidades con las que se codean
Lina y su esposo.
Formaban un emparejamiento peculiar; con un temperamento
huidizo, Serguéi, se aislaba del mundo alegando nuevas creaciones o proyectos,
sobre todo en sus últimos años de vida, bajo el peso de Stalin sobre la cabeza.
En la música encontraba el consuelo y la salvación. De ahí se entiende mejor su
última producción artística, que la autora apenas menciona, como "Sinfonía
para Chelo y orquesta", "Concertino" para el mismo instrumento,
o la "Sinfonía nº7"; en todas ellas sentimos la lucha interna del
genial músico. La hermosura y elegancia de Lina, la convertía en el centro de
atención allí donde asistía; sin embargo, artísticamente eran el tándem perfecto,
él se limitaba a tocar y ella, ejercía de secretaria y relaciones públicas del
genio..
La autora utiliza un lenguaje y escritura sencillos pese a
los complicados momentos que describe, Stalinismo con su conocido Terror de
Estado (ahora conocido pero tantas veces en su época acallado), el mundo del
arte musical y la historia convulsa del Siglo XX europeo..., pero que conlleva
una carga de datos y sobre todo de personas que acompañan a los protagonistas
excesiva, yo diría que a veces extenuante que ralentiza a veces la lectura. Lo
mejor es la última parte, desde la llegada a la Unión Soviética hasta los
pasajes más dramáticos: aquellos dedicados al sufrimiento de Lina en el período
de instrucción judicial "a la Lubianka" de su caso y por supuesto, en
el del sufrimiento puro y duro en el campo de concentración del gulag.
A destacar su vasto trabajo de documentación y el orden
conseguido para que el lector no se pierda por todos los escenarios recorridos.
La banda sonora de obras de Prokofiev, a destacar en todos
los capítulos que describen la personalidad del mismo y el momento
circunstancial en el que fueron escritas. Del París de los locos años 20, a la
Rusia mas sombría de posguerra.
Tal cantidad de páginas y contenidos los podría definir como
una fina degustación de platos exquisitos con el acompañamiento de unos
deliciosos vinos de diferentes regiones, que riegan con soltura esta historia
de idolatría feroz a un verdadero genio de la música universal que cometió un
error fatal: volver a la U.R.S.S.
Luis Suárez
jueves, 11 de abril de 2019
AMERICA.
Obras de George Gershwin, C. Constantini y Astor Piazzolla. Claudio
Constantini, piano.
IBS 252018 · 79' · DXD
Ibs Classical * * * * * S
Un sueño hecho
realidad, un proyecto durante años bordado a la más puntada más fiel para un
forjado completo y sin fisuras. Dos genios rompedores como Gershwin y
Piazzolla, dados de vuelta desde París y con New York como centro geográfico de
su ascenso final hacia la eternidad. Un Constantini en plena forma y entusiasmo
nos invita a sumergirnos en la versión para piano solo de la célebre “Rhapsody
in Blue” y sus “Preludios” bajo una interpretación sumergida en frases con
cierta impulsividad, notándose un sentimiento de aprecio por la música de
Gershwin que tiene su propio mérito, controlando el ritmo y enfatizando los
pequeños detalles de la estructura de la frase, creando un estado de ánimo
poético y apasionado, original y coherente. Sigue una composición propia sobre
“Summertime”, bajo una aplicabilidad de la
improvisación y la modificación ensoñadora, donde nos muestra ser un pianista dotado
con una excelente sensación de los aspectos "jazz" y
"clásico".
Las
“Estaciones Porteñas” de Piazzolla, ofrecen una introducción ideal a la fusión
tango-clásica creada por el maestro argentino. Nos encontramos con una
espléndida versatilidad expresiva, sumándose un dominio técnico a destacar por
las adaptaciones propias que en muchos momentos te hacen olvidar el sonido
habitual de la cuerda frotada, demostrando una total comprensión de la
sensación del compositor argentino por el ritmo o la melodía. Dispositivos como
la fuga del tango y furiosos pasajes rítmicos unisonales contrastan con los
estiramientos de su silencio temperamental.
Luis
Suárez
Publicado en Revista Ritmo, en el número de abril del 2019
sábado, 6 de abril de 2019
5/04/2019
Auditori Josep
Carreras, Vila-seca – Josep María Ferrando, violín y Jordi López Roig, piano
Recital en torno a la “Sonata nº1 op. 80” de Sergei Prokofiev.
Todo un reto para cualquier intérprete. Una obra íntima, atormentada y
magistral repartida en cuatro movimientos contrastantes, en la medida
compositiva del genio ruso. Ferrando y Roig nos sumergieron des el principio en
una partitura de inspiración clara extraída de la guerra misma, con momentos de
intensa agresión y severidad. Las dificultades con la entonación y la
articulación clara en los registros más altos del instrumento de cuerda frotada
exige de Ferrando una maduración musical adicional; su ejecución abunda en
emoción e intensidad, bastante insípida y segura cuando la partitura lo requiere.
Las líneas más limpias de la Segunda Sonata se adaptan más a las fortalezas
musicales actuales de Roig, ofreciendo una experiencia profundamente
conmovedora en el Andante central. Ambos
ofrecen una complicidad total, el panel de apertura de Andante inicial que comienza
con un tema ominoso en el bajo del piano, y los sonidos mortales del violín
pronto entran sobre él. El estado de ánimo sigue siendo tenso mientras el
violín lucha por robar el centro del piano, finalmente lo hace con un tema que
grita dolorosamente. Con el tiempo, la música se vuelve etérea cuando el piano
toca suavemente el tema de apertura en el registro superior, mientras que el
violín emite sonidos espeluznantes que se deslizan de forma inquietante. El
movimiento termina suavemente pero de forma escalofriante. Sigue a un brusco Allegro brusco, su tema principal es
cortante y áspero cuando el piano y el violín intercambian disonancias enojadas
y acordes aplastantes. Un tema alternativo imparte un sentido de nobleza y
esperanza por un tiempo, pero no puede disipar aquí o más tarde el sentido de
miedo y frenesí provocado por el material principal dominante. El tercer
movimiento (Andante) se abre con un
tema etéreo y soñador que flota en medio de un sentido de fantasía. Un tema
alternativo, construido en gran parte en tres notas que se repiten
obsesivamente, imparte una sensación de desolación, y todo el movimiento se
vuelve más oscuro, sonando sombrío y temeroso al final. El final, marcado Allegrissimo - Andante assai, se
abre con un tema bullicioso que parece alegre y casi juguetón, pero su brillo
pronto aparece amenazado por corrientes oscuras y, a medida que la tensión se
acumula al tocar los acordes de bajos del piano, se colapsa. Se recuerda el
final del primer movimiento, y la música se vuelve más sombría y, finalmente,
desesperante. Este trabajo extremadamente profundo produce recompensas
inconmensurables para los oyentes pacientes.
Aunque la obra citada colapsa en parte las otras tres obras
de cámara, cabe destacar una de las islas aislada dentro del catálogo de Mompou
en este género. “Altitud” fue escrita en 1928, e incluye varios bocetos y
fragmentos destinados a un cuarteto de cuerdas que nunca completó. También
existe una versión rescatada por Jordi Masó al piano y recientemente grabada
para Naxos.
En Mozart Ferrando y Roig demuestran de nuevo su trabajo en equipo
de dúo. Se combinan entre sí tan bien como dos instrumentos diferentes pueden
lograr un verdadero sonido de dúo. Apuntan a la misma calidad de tono con su
toque. Su movimiento lento, tienen frases cantabiles bellamente redondeadas. Tienen
un espíritu animado, pero lo equilibran con habilidad y conocimiento con
respecto a la música de Mozart con una actuación bien informada y agradable.
La armonización de temas populares de Eduard Toldrá se
escucha en la transcripción de violín agradablemente idiomática de Ferrando,
quien utilizó efectos de violín para interpretar los aspectos líricos de las
comarcas catalanas, y el resultado fue una música de texturas menos densas y
más melódicas. Ambos mantienen la ejecución en movimiento y ni minimizan ni
exageran el sentimiento en las bellas melodías catalanas.
Luis Suárez
lunes, 1 de abril de 2019
30/03/2019
SVETLANA TOVSTUKHA,
violonchelo - DARIA PILTYAY, piano
Sonetos de Primavera
– Casal de Cultura de Creixell, Tarragona
Obras de R. Schubert,
F.Mendelsohn, P.Tchaikovsky, G.Casadó, A.Glazunov, A.Dvorak
Hermoso recital, concebido para algunos/as como un
dispositivo pedagógico real y para otros unos buenos 90 minutos de miniaturas
poéticas adecuadas para el descubrimiento de la belleza tímbrica del
violonchelo con piano, de los siglos XVIII y XIX. Lo mejor de este tipo de conciertos es que
incluye no solo piezas famosas de cello, sino también, piezas más o menos
desconocidas para el gran público que de alguna manera atrajeron nuestra
fantasía desde el primer momento de ser escuchadas. La suma total es una
impresión de dos geniales intérpretes inmersas en una red vital de conexiones y
en un espíritu de exploración del instrumento.
Aunque hay grabaciones convincentes de la música para piano
de Schubert, nunca viene de más escuchar transcripciones para otros
instrumentos, como la que han dado de la “Sonatina nº1” op.137. Mientras uno
pueda argumentar que lo más sublime del genio austriaco puedan ser sus
Sinfonías, Sonatas para piano, Cuartetos, etc, también encontramos joyas
ocultas como son las obras de cámara para violín y piano. De una de ellas,
nuestras solistas sacaron una interpretación virtuosa, lírica, dramática y
épica realmente sublime de esta obra juvenil. De un sonido “mozartiano” de
apertura alegre e inspirada logran sacar un tono increíblemente puro, claro y
hermoso que no todos podrían lograr. Las
otras piezas que componen el programa, algunas se compusieron en conjuntos y se
publicaron, mientras que otras se destinaron a eventos que podrían mezclar
música ligera con composiciones de violonchelo más extendidas. Todos están
firmemente en estilos optimistas clásicos y románticos, desde Boccherini hasta
Dvorák y se interpretan a menudo en escenarios y grabaciones. Mezclan efectos
virtuosos con un idioma puramente melódico, y la violonchelista Tovstukha ha ofrecido
una ejecución fluida y una calidad de musicalidad excelente. El equilibrio es
generalmente bueno entre el piano y el violonchelo, con un sonido grande y
romántico, con intensidad y drama cuando se requiere en la partitura. No
obstante, la escuela rusa ha dejado gran huella entre sus discípulos/as. A
veces nos parece rememorar las legendarias grabaciones de Rostropovich
acompañado por Richter, comprensiblemente difíciles de alcanzar por su
expresividad y autenticidad. En definitiva, una actuación que hizo descubrir la
emoción de las piezas de Schubert y Mendelssohn, el angustiado romanticismo de Tchaikovsky
y Glazunov, y el amoroso lirismo evocador de Dvorak y Casadó… Todo ello con un sonido
nítido, limpio y profundo. Tovstukha es de una fuerza y entrega absoluta a
tener en cuenta. Ofrece una entonación es impecable durante todo el recital, y
sus considerables habilidades técnicas respaldan una comprensión musical de las
partituras, con una fluidez y entrega sentimental absolutas que logra trasmitir
de inmediato al público asistente. Disfruta y hace disfrutar. Por su parte el
toque de Piltyay es del todo sensible y
agraciado, produciendo un paisaje sonoro completamente hermoso lleno de
dinámicas en movimiento, articulación precisa y equilibrio sublime.
Luis Suárez