viernes, 27 de julio de 2018



25/07/2018
Festival Internacional de Guitarra – Auditori de L´Hospilatet de L’Infant (Tarragona) – Jornada inagural. Dos leyendas: Leo Brouwer y Hopkinson Smith
En pleno verano, cuando el calor en la Costa Daurada, Cataluña, alcanza su punto máximo el Festival Internacional se prepara para recibir al compositor, guitarrista y director de orquesta cubano Leo Brouwer. Durante el mismo tiempo talleres dedicados al arte de la construcción de guitarras, laudes, violas da gamba… Luthiers como Marco Salerno, Santiago Canals, Joan Pellisa, Ángel Martínez o José Antonio Fuentes van visitando el Festival.
Durante una intensa conferencia Leo Brouwer demostró que su evolución nunca se detiene y, aún más, que ha estado integrando y sintetizando lo que ha aprendido y desarrollado a partir de sus experiencias para continuar su vida creativa con aún más empuje. Trabajador extremadamente duro, Leo Brouwer compartió sus ideas sobre su evolución como compositor, su aprecio por la música popular y el futuro de la guitarra, además de repasar su, según él, su obra compositiva más desconocida todavía, como es la camerística u orquestal. Empezara  a componer en 1955. Tuvo un contacto muy fuerte en este primer período con la cultura popular [vernácula], una cultura con raíces en los rituales africanos que tienen una tradición de casi 500 años en Cuba. Fue el pilar de los materiales temáticos de su música, la fuente de su gusto afrocubano, por supuesto con una armonía sofisticada. Este paso como compositor tiene su transformación natural en los años 60. Nunca ha hecho un corte radical de estilos. Mi evolución se ha caracterizado por la fusión, un cambio gradual hacia adelante.  En 1962 comenzó un nuevo período que ahora podría verse como un período intermedio en sus composiciones. La música de este período implica música experimental, por así decirlo. No le gusta llamar a este tipo de música "experimental", pero se considera con la música de vanguardia de esta década. Este período medio, que abarca no más de diez años, fue una gran erupción, una especie de vanguardia catártica, “aleato –realismo”, etc.
Habló también del público como un receptor preciso, para bien o para mal, no solo auditivamente sino también visualmente. La música de concierto está actuando fuera de tiempo, envejece. Con la llegada de sofisticados sistemas de audio a bajo costo, las personas tienen la oportunidad de escuchar música en casa. Con el nacimiento de los medios masivos, también nacieron fenómenos como el de The Beatles.
Resultado satisfactorio del encuentro con un maestro que conserva su ilusión en la venas. Su carácter campechano, de irónico sentido del humor permanente y una manera de expresarse al público asistente de manera lenta y pausada, con una voz grave y envolvente. Solo faltó que no se trajese una partitura para interpretar y el resultado hubiese sido redondo.

Hopkinson Smith, el poeta de la cuerda pulsada, que llega a utilizar diferentes tipos de laúdes, además de vihuela de mano, guitarra barroca…, cada una de las cuales suena fantástica en sus manos. Ya sea un laúd barroco para Bach, Weiss, Mouton, Gaultier o Gallot; un laúd renacentista para Kapsperger, Dowland o Attaingnant; una vihuela de mano para Mudarra y de Narváez; o una guitarra barroca para Sanz y Guerau, Smith es constantemente extraordinario, con un tono translúcido, técnica es perfecta, y un gusto ejemplar. Aún más impresionante, Smith es un hombre totalmente unido a la música, con unas  interpretaciones completamente pensadas pero naturales. Con todo un legado de grabaciones ejemplares a cuestas de los citados y actuaciones en vivo constantes, a lo largo de su ya dilatada carrera, demuestra ser uno de los músicos con mejor desempeño en cualquier instrumento. No importa cuándo se realizó la grabación, o donde actúe, el sonido es uniformemente sobresaliente: claro, inmediato e indiscutiblemente presente.
Recientemente he disfrutado con la primera grabación de Hopkinson Smith de la música de laúd de John Dowland. El laudista inglés por antonomasia no solo fue siempre melancólico y no solo uno de los mejores compositores de canciones de Inglaterra, sino también su mejor compositor de laúd. En este recital titulado” A Dream”, Smith ha agrupado las selecciones de las obras de Dowland en sets con preludio e interludios y funciona de manera brillante. Los resultados son flexibles, sensibles y sensuales, de una manera ingeniosa, congraciadora y virtuosa. La conclusión de “Lamento” de Dowland, incluido el inevitable “Semper Dowland semper dolens”, es triste, lúgubre y completamente inefable. Y su apertura de “Frogg Galliard”  divertida como efecto contrastante al uso. La interpretación de Smith  es siempre una de las maravillas de la técnica interminable, el gusto impecable y la profunda emotividad. Imponente y convincente, la grabación reproduce perfectamente el sonido del laúd de Smith.
Ha sido un placer tenerle entre nosotros, como realizador de Master Class, como concertista y como persona. Un artista humano y cercano a su público de amabilidad demostrada a lo largo de estos días.
Luis Suárez

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